lunes, 6 de mayo de 2013

Cuerpo en movimiento



"Si pudiera volver a vivir, comenzaría a andar descalzo a principios de la primavera y seguirá así hasta concluir el otoño.
Daría más vueltas en calesita, contemplaría más amaneceres y jugaría con niños.
Si tuviera otra vez la vida por delante." Instantes, Jorge Luis Borges.



Quise comenzar con este extracto de poema, para definir un poco lo que significa para mi el movimiento: fluir. 

Esta semana les comparto la actividad realizada en nuestro curso sobre Movimiento. Al iniciar, nos reunimos en parejas para seguir los movimientos que la profesora realizaba con un par de zapatos. Subir y bajar, ir de un lado hacia otro saltando, caminando, rotando, todo en coordinación con la pareja, así como nuestros pies dirigen nuestro camino sin equivocar. Luego, nos separamos para iniciar una caminata libre por la sala al ritmo de la música, saludándonos con quien pasara a nuestro lado con distintas partes del cuerpo, sin hablar, tratando de expresar alguna emoción con cada roce... hasta que nos quedamos con una "espalda" (que en mi caso, fuimos 3 espaldas) para expresar a través del movimiento, otras emociones. 

Si bien en un comienzo cada actividad pudo parecer simple o sin un objetivo claro, al entrar en flujo en estas dejándose llevar por lo que nuestro cuerpo quiera decir, es posible conectarse con nuestro estado y con los demás, creando una danza libre y renovadora para comunicarnos a través de pasos, siluetas, ondas y quiebres en nuestros movimientos de distinta intensidad. Con movimientos naturales, comunes o no a lo que acostumbramos, podemos volcar nuestro pensar y sentir sin mediar con palabras, únicamente con la corporalidad.



                                                      En la segunda parte de esta sesión nos dividimos en 4 grupos, cada uno con una palabra: movimiento, entrega, maquillaje o libertad. Así, luego de un tiempo de trabajo en grupo, cada uno fue preparando una breve presentación para el resto del curso, utilizando algunos materiales como instrumentos musicales, telas, papeles y maquillaje. Luego, cada grupo expresó sin palabras, lo que interpretaron con cada concepto que escogieron, en una composición que mezcló colores, gestos, bailes y música.



                                                        Al analizar la dinámica que se generó con esta actividad, considero que estas fueron muy útiles para demostrar y vivenciar la multiplicidad de cosas que podemos expresar al movernos, y a la vez, la gran gama de formas de hacerlo, lo que puede ser muy útil para nosotros como futuros terapeutas. Realizar actividades de expresión corporal en grupo puede ser un excelente medio terapéutico para facilitar la conexión entre sus integrantes, además de ayudar a perder el miedo al ridículo al reforzar el respeto por  los espacios personales que confluyen en un espacio común. Y en este sentido, es muy importante reconocer las distintas sensaciones que los usuarios van sintiendo en este tipo de actividades, ya que lo ideal es siempre hacer en función de los intereses de estos.


 Es así como pienso en las propiedades terapéuticas de la expresión a través del movimiento corporal. Día a día necesitamos movernos para realizar nuestras actividades, a veces con muchos movimientos mecánicos que hemos aprendido de generaciones atrás y que pueden asociarse a patrones culturales que se repiten durante años. La mayoría de nosotros acostumbramos a caminar de cierta forma, a cepillarnos los dientes con ciertos movimientos, o a representar un saludo con gestos que son fácilmente reconocidos. Solemos asociar estados de ánimo y emociones a gestos típicos en nuestros rostros o nuestra corporalidad total, "sabemos" que al estar contentos nuestro cuerpo se expande, crece, contrario a cuando estamos tristes. De esta forma se genera un lenguaje común a una cultura, sociedad o grupo, que permite comunicarse a través de patrones pre-establecidos que son conocidos por todos, y es allí donde se reconoce la importancia del contexto en la significación de estos patrones... pero, ¿qué pasa cuando no conocemos los patrones, cuando no son suficientes para expresar lo que sentimos?

Tal es el caso de los bailarines, que logran identificar y prolongar sus sentimientos de manera más intensa al común de nosotros. Crean un lenguaje propio de aquello que perciben, así como una poesía del movimiento que para quienes no dedicamos nuestra vida a ello, nos parece ajeno, deslumbrante, muy diferente a lo que solemos realizar. Desde este punto de vista, puedo reconocer la multiplicidad de significados que el "moverse" puede tener y sus influencias en cómo lo desarrollo en mis ocupaciones; lo que para un bailarín puede significar moverse se configura posiblemente como una actividad laboral con la cual obtiene las herramientas para sustentarse, para mi puede ser una actividad de tiempo libre a través de la cual busco relajación, o entretención, o querer formar parte de un grupo, si me uno a un club de baile, etc. 



¿Qué pasa cuando nuestros movimientos están limitados o cuando no podemos movernos?


 Pensando en esta pregunta, me imagino el caso de personas con algún tipo de discapacidad. ¿Qué tan difícil es para ellos comunicarse con su entorno sin poder gestualizar, sin poder abrazar a un otro, sin poder seguir un ritmo a través de su cuerpo? Bastante, he de suponer. Sobre todo a la hora de relacionarse con el entorno en general, que suele obstaculizar su desempeño, influyendo en su desempeño en tareas y participación social. Porque limitar el movimiento implica limitar la interacción. 
Junto a esto e independientemente de qué tipo de limitación posean, muchas veces lo que más influye en la "reducción" del movimiento, es una autoestima subvalorada, temor y sobreprotección, entre otros. 

Es por estos motivos por los cuales creo que la biodanza y las técnicas de expresión corporal en general pueden ser un aporte a la terapia ocupacional, ya que permiten un trabajo interno de aceptación y reconocimiento de los propios límites corporales, de la naturalidad con la cual surgen los movimientos y la sensación que estos van provocando en sí mismo, con lo cual es posible fortalecer el autoestima y autoconcepto, al identificarnos como seres capaces de decir por medio del movimiento. Todo esto se ve potenciado por el trabajo en conjunto, donde vamos descubriéndonos como similares a través de bailes, de música, sin miedo a la vergüenza ya que todo se desarrolla en un ambiente de respeto, fundamental a la hora de trabajar con estas actividades. De igual modo, a través de estas técnicas es posible facilitar el movimiento para personas que se vean limitadas en este sentido, utilizando actividades lúdicas y satisfactorias con las cuales se pueda atraer la atención de los usuarios, potenciando a la vez, adherencia a otros tratamientos, por ejemplo. He ahí el desafío del terapeuta de adaptar estas técnicas al grupo de usuarios, sus necesidades y características con el único fin de mejorar su calidad de vida.

Moverse es vida. La base de nuestra vida está sustentada en el movimiento de micropartículas que se agitan y vibran...¿cómo no movernos?


Hasta la próxima.




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